Una de las incomodidades de vivir en el campo, a parte de los cortes de luz, el mal funcionamiento de internes, las épocas de abonar con estiercol, y la posibilidad de que te tilden de cateto, son LOS BICHOS.
Mi casa, salvo la entrada, está rodeada de puro campito con árboles, pájaros, huerta, y como no, bichos.
Por alguna razón que desconozco y que ha de ser vox populis entre los bichos, mi hogar parece más una ONG de bichos que la mentada casa de campo; Una vez llegan ya no se van nunca.
Primero llegó Catalina, la araña papa-moscas de la cocina, y bueno... como sólo era una araña y encima se alimentaba del enemigo (las moscas siempre, siempre, siempre son el enemigo, y lo mismito que con Dart Vader, uno no sabe nunca de donde sacan tanto ejército) . Pues en lugar de dejar que mi santo la desptripara con una periódico, la llamamos Catalina y le dimos permiso para quedarse; siempre y cuando mantuviera su cuota de capturas enemigas y no dejara los cadaveres por ahí tirados.
Bueno... en realidad las primeras en llegar fueron las moscas, pero como ellas son el enemigo no las contamos.
Después de Catalina, empezaron a aparecer hormigas paseándose por la cocina como si fuera el día de las Fuerzas Armadas. Al princpio uno piensa que son expediciones del exterior que han acabado en la cocina de casualidad; nada de que preocuparse, pero cuando empiezas a fijarte como te toquetean los azulejos, como pasan el dedo por la mesa y como miran la nevera frotándose las patas ¡¡Ya es tarde!! Y ya te han instalado un par de hormigueros en el enchufe de la cafetera y han montado una central de abastecimiento en la cantera de tu azucarero. Pero como uno es un poco sentimental, pues te da pena matar a unos bichos que lo único que hacen desde que suena el despertador hasta que se acuestan es currar, y te dices " ¡Bah, un par de hormigueros tampoco hacen daño! " (aunque el electricista no piense lo mismo)
Luego llegaron Los Pelotitas Negros (parecen de Venus por lo menos); unos bichos negros, cuya nomenclatura bichística desconocemos y que caen por la chimenea, que andan como una tortuga reumática y que cuando algo les toca y se asustan, se hacen unas pelotillas negras que ruedan cual bolo descontrolado por la salita, aunque desde que no encendemos la chimenea parece ser que ya no nos visitan.
Lo que si sigue cayendo por la chimenea son pajarillos. Tú estás un 15 de agosto a 45º, tumbado, elaborando con sumo cuidado los macanismos básicos de la siesta, y cuando llegas a la fase semi-comatosa del " ¡¡Dios mio no tenía que haber comido fabada con la calor que hace!! ", en el mismo instante que tu cerebro se está desconectando del cuerpo oyes "Flip flip flop, plas plas plas, poing poing poing" y de la boca de la chimenea, cual sombrero de mago, sale volando un gorrión histérico que te caga en las cortinas (blancas, por supuesto), se posa en ese puzzle que llevas haciendo un año y terminaste ayer (desbaratándolo, por supuesto) y se hecha una última cagadita en el cómic nuevo que aún no has leído. En fin... toda una experiencia de relax...
A estas alturas, ya ha de haber unas 120 arañas en la cocina; se ve que a Catalina eso de las medidas contraceptivas se la trae al fresco, y claro... la prole crece y le siguen trayendo al fresco la contracepción; Total 120 arañas papa-moscas. Aunque la que más miedo da es la propia Catalina, que ha crecido tanto que parece una tarántula. El otro día una amiga comía conmigo en la cocina, y al ver a Catalina, Cata para los amigos, agarró la servilleta y la iba a despatarrar cuando le dije " ¡¡No!! Es Cata - y a modo de excusa añadí - se alimenta de moscas " Y mi amiga que es una urbanita de pro me dijo " ¡Cómo si se alimenta de caviar; es asquerosa! - y mirándome con cara de aprensión añadió - Tienes que salir, hablar con gente y todo eso nena..."
Tb está Romerales, el lagarto que vive en el termo de agua (aunque ése está fuera de la casa) y que de vez en cuando entra a ver alguna película con nosotros; se ve que le gusta el cine. Aunque no está muy bien visto en su comunidad del calentador de agua; se come a casi todos sus vecinos.
Todo esto hace que nunca te sientas sola, pero algunos días se exceden y cae la gota que colma el vaso. Ayer fuí a mi cajón de la ropa interior para buscar el bañador, y mientrsa rebuscaba en los fondos marinos del cajón noto que algo se mueve y de repente me pasa algo por encima de la mano, pego un chillido de película de serie B y aún chillando me retiro y me caigo encima de la cama; no sin antes haberme dado un buen castañazo en la mano al sacarla. Cuando ya me calmó me asomo al cajón como si me estuviera asomando a la tumba de drácula y veo a una lagartija andando entre mi ropa interior y ahí, en ese preciso momento fue cuando me entró un ataque de histeria contra los bichos
- ¿¡Es que no respetais nada!? - grito como una loca - ¿Qué será lo próximo? ¿Poneros mis zapatos? ¿Darme vuestra propia nota de la compra? Ha beis agotado mi paciencia; vosotros os lo habeis buscado; esta tarde compraré mata-bichos y haré una escabechina ¡¡Es una declaración de guerra Muahahahaha!!
-¿Qué, qué, qué pasa? - Aparece de pronto mi santo a la carrera pegando casi otro susto- Te estoy oyendo gritar desde fuera
-¡Pues pasa que ahora las lagartijas se prueban mis bragas! - digo muy ofendida - ¡¡Es loq ue me faltaba; bichos revolviendo en mis cosas íntimas!
-¿Sólo eso? - me dice con cara de mala leche por que ha venido corriendo al pensar que me había pasado algo ( y eso que sabe que soy de un melodramático de aupa)
-¿Te parece poco? Ahora tendré que lavar toda la ropa del cajón
-¿Sabes? - dice mi santo marchándose mientras reza pidiendo paciencia - No sé porque me preocupo, si eres capaz de liar semejante bochinche por una lagartija, el día que entre un delicuente será tal el follón que montarás que es muy posible que se quede sordo y trastornado antes de que pueda siquiera pensar en delinquir - cada día estoy más convencida de que a mi santo le gusta los vegetales por que no hablan, ni gritan, ni te pueden perseguir con sus dudas existenciales; ellos se limitan a crecer, ser verdes y poco más.
Como de costumbre nadie entienden a las duras pruebas a las que soy sometida a diario...
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